31/3/15

Cuando empieza a calentar el sol
entiendo a los perros
y les envidio esa actitud contemplativa
del que careciendo de lenguaje
carece de responsabilidades impuestas.
Hasta los perros gordos y viejos
que había antes en todos los garajes
me producen envidia al llegar la primavera.
Estarán muertos ya, tumbados
a la puerta de garajes
que arreglan coches de muertos,
pero agradeciendo este mismo sol
de finales de marzo. En alguna parte,
en algún barrio que por ignorancia
da mucha tristeza imaginar.

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