23/3/15

Cuando bajé a fumar había varias personas mirando al sol con gafas para eclipses. Parecían decepcionados con lo que estaba pasando: un sol tibio sobre un bosque. Cuatro mil años para esto, pensarían. Quizá hemos perdido desde que no luchamos con dinosaurios ni el suelo que pisamos se resquebraja y sale fuego, o cuando de pronto todo se heló. La genética parece reservar siempre una hilera de cromosomas para la nostalgia, y los deja colgados como esas guirnaldas abandonadas en las calles de un pueblo que estuvo en fiestas. Ahora compramos gafas baratas en un chino y esperamos maravillas que parecen no correspondernos. Dentro de otros cuatro mil años les tocará a otros mirar. Quizá nos descubran en un fleco de esa guirnalda.

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