14/1/15

Yendo del tren a mi trabajo, mientras pisaba esta mañana islas de escarcha entre la niebla y veía el vaho saliendo de mi nariz, pensaba en los soldados alemanes que no pudieron entrar en Stalingrado. Más allá de que fueran nazis o no, muchos sólo eran chicos alemanes que creían luchar por su país. Pensaba en sus pies avanzando por la nieve con un calzado inapropiado para ese frío. Les pasó también a los que lucharon con Napoleón. Otros miles de pies calzados de forma aún más inconveniente. La Historia de la Humanidad podría resumirse en un libro mucho más pequeño que se llamase Crónica de lo precario: pies mal abrigados, personas mal aconsejadas, trabajos mal pagados, historias mal contadas. Puede que tener siempre menos de lo que esperamos sea lo que nos empuja a seguir, a intentarlo una y otra vez con una rabia animal, a pesar de que la tristeza por no conseguirlo acabe siendo lo que nos hace más humanos.

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