20/1/15

No acabo de entender la moda de hacerse fotos a uno mismo. Pensar que soy lo más noticiable de todo lo que me rodea es una simpleza megalómana y a la vez un desprecio a la aventura de mirar. Nos hemos tomado tan en serio la cultura comercial del ‘yo’ que iríamos con un espejo por la calle para no perdernos ninguno de nuestros valiosos gestos. Ojalá esta fiebre del autocoleccionismo narcisista se tradujese en un aumento de la interiorización, ese oficio olvidado de verse por dentro para sacar alguna enseñanza que nos muestre de qué estamos hechos. Pero todo se queda al final en un yo en la playa, yo saliendo del cine, yo bebiendo con mis amigos, o yo mientras te esperaba. Y después tener que soportar a todos esos que te miran pidiéndote que seas tú el que les diga quiénes son.

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