29/12/14

Cualquier avance en el arte nace de la tradición, del estudio crítico de las raíces comunes y los patrones que se van repitiendo en el tiempo y crean un hilo a modo de puente entre el pasado y el futuro. Lo pensaba estos días en que se celebran tantas cenas, comidas y aperitivos de empresas. Y recordaba la famosa cena de los pobres de Viridiana que tan bien supo contar Buñuel. Vio la esencia, supo mirar dentro hasta llegar a los insights más ibéricos que nos han acompañado desde siempre. Pobres sentados a la mesa de los ricos, disfrutando por un día del sueño de su opulencia. Y lo consiguen. Dan con la cifra exacta e incluso la rebasan y la hacen más verdadera al prescindir del refinamiento social de los modales. Los ricos son tan voraces como los caricaturizan, sólo que han aprendido a disimularlo. Las celebraciones de empresa cumplen el Efecto Viridiana. Mileuristas, empleados con contratos basura o directamente sin ellos, explotados, eternos becarios, todos son llamados a la misma mesa por unas horas para recrear una fantasía necesaria. Quizá la Navidad cumpla así su parte de responsabilidad social corporativa al permitir que los empresarios se queden con los beneficios a cambio de unos platos de tortilla y copas de garrafón para sus empleados. Buñuel se fue de España porque sabía cómo era por dentro. Una cosa es poetizar con el canto de los grillos en verano y otra muy distinta soportar la visión de sus cuerpos en una siniestra clase de entomología.

No hay comentarios :