20/11/14

No es nueva esta angustia. Es tan familiar que la veo dentro de un bote y con una etiqueta en la que no acabo de leer lo que pone porque es un párrafo escrito a mano por ella misma y no se parece en nada a la lengua en la que se escriben los libros. Su familiaridad me asusta. Diría que más que un producto parece una sustancia que fabrico y que por las noches sale de mi cuerpo y entra en ese bote. No sé cómo enfocaría este fenómeno Walt Disney si resucitara y le pudiera contar en persona lo que me pasa. Le pediría unos bocetos de cómo plantearía la escena. Tú hiciste Fantasía, Walt, no creo que sea tan difícil visualizar una metáfora tan sencilla. Sólo tienes que dibujarme dormido. Puedes permitirte la licencia de hacer que tenga mucha tripa y que al respirar se enrolle el edredón como esas tapas de las latas antiguas de sardinas. Tampoco tengo inconveniente a que ridiculices mis ronquidos y hagas que la cama tiemble. Pero seré inflexible en lo de la angustia: quiero una transustanciación en condiciones; y no me pongas estrellitas mágicas ni hadas, hablamos de algo que duele.

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