8/10/14

...(idea)... El libro de todos los comienzos, un buen libro de fracasos condensados y encapsulados en un envase a su vez mayor o nave nodriza que los aireé y los lleve a su 'definitivamente', porque si un espermatozoide nace lento y no logra encontrar su camino también tiene derecho a contar el viaje. ¿O no? Un libro de salidas en falso. O un espejo. El juez de pista sonríe con la suficiencia insoportable de los grandes galanes del cine negro: la chica caminaba lentamente hacia el coche y se subía sin saber si tenía que besarle o él la disuadiría con una geométrica vaharada del humo de su cigarro. Fuera llovía como suele hacerlo en todos los comienzos, tantos y tanta lluvia que no me extraña que tengan esa fama de llorosos. Un homenaje casi anónimo al arte de fracasar. Pero esta vez a la chica le importa un huevo el humo y al final le besa, su lengua hace espirales de perforación muy convincentes, por el camino encuentra e identifica el sabor de su marca de tabaco y hasta el gusto a hierro que tenían sus intenciones. El juez de pista les ve en acción y cambia de cara. Incluso da la salida por buena. El amor siempre lo acaba cambiando todo, incluso lo que nunca fue real.

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