22/10/14

Las palabras están muy caras, sobre todo las que son recolectadas de tanto en tanto por la Real Academia Española en forma de diccionario. Concretamente, cien euros la edición rústica y casi el doble la de tapa dura, lo que viene a ser el importe de la compra del mes en Mercadona para una familia de cuatro miembros. No sé si sabrán los señores académicos (incluido Pérez-Reverte, poseedor vitalicio de silloncito, aunque muchos desconozcamos los méritos) que seguimos estando en crisis, por más que Rajoy y sus asesores se empeñen en negarlo. Cientos de miles de hispanohablantes seguro que preferirán meter la pata al hablar o al escribir antes que gastarse tan indecente cantidad en un libro que tiene como fin ser el guardián de nuestra lengua y un elemento de unión entre la comunidad de usuarios. Puede que luego se quejen de la percepción que proyectan y del alejamiento con la sociedad a la que sirven. No estaría mal darle un meneo a esa institución, abrir un poco las ventanas para que entre aire y ruido de la calle, cambiar los sillones por sillas de Ikea, pintar las paredes de blanco y sacar diccionarios a diez euros, aunque tuviesen que buscarse la vida con algún patrocinador privado. Nuestra lengua lo agradecería. Cervantes el primero, aunque la palabra coca-cola figurase en rojo en medio de una página. ¿No figura ya en medio de nuestra vida cotidiana?

2 comentarios :

Anónimo dijo...
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About dijo...
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