5/10/14
Ayer vi un caballo de cerca.
Una niña le mojaba las patas
con una manguera
después de la clase.
El instructor dijo a lo lejos:
‘Llévatelo luego al prado
a que se calme’.
El caballo se hizo pis
mientras le duchaban:
produjo un chorro excesivo
contra la tierra.
Nunca había estado tan cerca
de un caballo haciendo eso.
Después se dio la vuelta
y me pareció que me mirase.
Pensé: ‘hay algo anacrónico
en todo esto, ir subido
a un animal tan grande,
trotar, galopar, las espuelas’.
Me fijé en su rostro, no sé,
sus ojos. Juraría que vi
una extraña tristeza medieval,
la misma que en mí
o que en muchos de nosotros.
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