23/9/14

No sé dónde vive el hombre de la megafonía,
creo que no en la estación
ni en un escondite para cazadores
camuflado con hojas secas y palos
en algún sitio.

Aunque podría ser, sería bueno para todos.

Cada mañana me habla: próxima circulación
por vía dos. No se atreve a decir la verdad:
no vas a ningún sitio, tu tren pasó ayer, mañana,
el viernes que no estabas, cualquier marzo,
vuelve a casa, haces el ridículo aquí.

Sé que tiene unos prismáticos rusos
y bebe la marca de café
de los hombres que esperan.

A veces es difícil caminar por el andén
sabiendo que nos mira, a los que no vamos
a ningún sitio, a los que perdieron
tantos meses intactos.

Es una pena que su voz no sea la nuestra,
que no seamos él por una vez (no sé
si me explico, gozar de la altura suficiente
para ver venir las cosas), y que sólo sea nuestro
el movimiento cinematográfico intuido
que va de sus labios a la taza de café.

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