2/9/14

No ha sido un mal verano después de todo, Mireia, sólo quedaría despedirse aplaudiéndole como se hace en Ibiza cuando eres joven y estás en la playa mientras se va el sol. En estos casos conviene echar mano de lo que dijo Tennyson: Nowhere by thee my steps shall be / For ever and for ever. Una mano gira despacio la llave del gotero que regula la luz solar y el mundo se oscurece poco a poco. No ocurre de pronto, si fuera así se escucharían nuestros gritos a más de un millón de kilómetros, allí arriba, donde no hay nada. Sucede mientras no prestamos atención, como casi todo. Unas mandíbulas repartidas por el aire van comiéndose la luz, podándolo todo para cuando llegue el invierno y pase revista a sus cosas con las manos enlazadas a la espalda. Pero no podemos decir que haya sido un mal verano, Mireia. Hubo girasoles y una piscina desbordante que daba a un campo abierto por el que nuestro eco jugaba a los bolos, acodados en el borde contemplábamos la obra anónima, el regalo desproporcionado, mientras las gotas de agua salada nos rodaban brazos abajo. También estuviste en la playa y yo no. Me pasé un mes lejos de ti. Máximo cada dos días escuchaba tu voz, ¿qué tal estás? ¿te bañas mucho? Estoy bien, me baño mucho. No sabes lo que es echar tanto de menos a alguien y a la vez sentirte tan feliz de saber que está allí, sobre una arena que también parecía mía aunque no pudiera tocarla. La vida es una clase muy larga para aprender a abrir las manos y soltar lo que tenemos, lecciones para decir adiós sin ponerse dramático, con la dignidad que nos quepa dentro, colgada a lo largo de las venas como adornos para una fiesta a la que no vendrá nadie. Hay que despedirse bailando, Mireia, como hacen los girasoles cuando una anciana de pelo revuelto se sienta al piano y toca la Danza Húngara nº 5 de Brahms al final de todos los veranos y ellos siguen el ritmo con la cabeza, al unísono, como en Ibiza, porque así duele menos. Hagamos lo mismo, porque en ninguna parte de ti mis pasos serán para siempre, para siempre. Mira, Tennyson acaba de lanzar su sombrero al aire. Bailemos.

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