los días del mundo

Mireia me pregunta qué es un aguafiestas y yo le digo que es alguien que lleva una mochila con agua y una manguera y que se dedica a mojar a la gente que se lo pasa bien. Si encuentra a dos que se besan por la calle les enchufa un buen chorro. Luego sigue caminando y confía a su perdiguera intuición el encontrar hasta debajo de una piedra cualquier insignificante manifestación de alegría. Es capaz, le digo, de trepar a un árbol para desmantelar el jolgorio de las crías de un nido tras el desayuno, porque la envidia les hace minuciosos y constantes para entregarse con fervor a la causa. Les verás en los lugares más insospechados, Mireia: armarios que creías vacíos, aulas, discotecas, museos, cenas de Navidad, estadios, oficinas; también habrá días que al mirarte al espejo veas a una, incluso en tu cama se colarán disfrazados de lámparas de araña cuando en realidad no son más que luces de saldo y tendrás que echarlos a patadas por la escalera mientras les dices que no vuelvan a la fiesta de vida con sus ridículas mangueras. Y luego darás un portazo.