4/9/14

La misión de una balada country de medio tiempo se parece a la del aftersun, lo malo es que esta no actúa en la piel de fuera sino en la de dentro, llamémosle del alma, si es que tal cursilería pudiera ser reproducida ante un farmacéutico de bata blanca y sombrero de cowboy. ¿Qué quiere, amigo? Aftersun para el alma. La farmacia estaría llena de solitarios bailando con solitarias. Se trataría de un sitio que vende cerveza y pone baladas de medio tiempo como esta. Medicinas con medicinas. Against the wind, lo que venimos haciendo millones de años acá, juntos o separados, indignos o no, temblando detrás de la madera de todas las guitarras del mundo. Al oír lo de aftersun para el alma todos se empezarían a reír. No sería una risa malévola, más como la que entra cuando vemos un payaso que intenta hablar por el auricular de un teléfono sin cable. People running against the wind. La risa se propagaría por la calle, cruzaría avenidas con nombres solemnes, de libertadores, de héroes que acabaron sin una pierna defendiendo algo, atravesaría estadios llenos y estadios vacíos, nunca se detendría. A su paso se formaría un gran desfile. Todos cantando. Majorettes haciendo girar bastones plateados en el aire. Against the wind. Sería imprescindible resucitar a todos los muertos, ya fueran célebres o no, ya morenos o tristes o disléxicos o poco partidarios de las demostraciones multitudinarias que desencadenan las baladas country de medio tiempo. Cualquier persona que haya corrido contra el viento que se sume a nosotros: deja tus redes y sígueme. La voz de los muertos más antiguos resonaría nítida por los altavoces colgados de las farolas y de otros diminutos escondidos entre las briznas resecas de los nidos de los pájaros, voces cristalinas que abrillantarían obsesivamente el azul del cielo hasta dejarlo terso e insípido como en los anuncios. Pero funciona. La escuchas y funciona, como el aftersun.

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