11/7/14

A vueltas con la belleza y la manía de lamer platos vacíos. Hay días que se presentan como fábricas abandonadas por las que tú mismo te obligas a pasear preguntándote bobadas. Pienso en el amor. Lo mejor del amor es que te empuja a inventarte: reconstrucciones diarias en las que salir mejor parado que el día anterior. Tanto ruido para eso. Tanto romanticismo. Es la rebaba que queda en el filtro, dibujando el horizonte de una cordillera en los bordes. Después se vuelve a colar hasta conseguir ese líquido razonable que tanto se parece a la sangre. Pensar en el amor caminando por fábricas abandonadas. Alguien cercano ha preparado una retrospectiva para mí. Ese de las paredes soy yo. Juraría que Lou Reed y John Cale andan por aquí cantando let’s do a movie here next week, aunque no se llamaba así. Todos mis yoes la tararean. La luz se cuela por las claraboyas. Me alegra ser tan descuidado de no poner palomas volando a cámara superlenta en los relatos de mis aventuras. Intento hablar de mi vida, no de la escena previa a una pelea de artes marciales en una película oriental de bajo presupuesto.

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