12/6/14

Mirando la tarjeta que uso para entrar a mi trabajo, pienso que la banda magnética representa a la empresa y que el resto soy yo. Cierto que la parte blanca no contiene ninguna información ni códigos binarios dispuestos para que otra máquina los interprete y consiga mantener una conversación prosaica sobre mí. Pero me gusta pensar que permanece en blanco por algo, aunque sólo sea como testigo de las ralladuras producidas al entrar y salir, cuando voy al servicio, las que bajo a fumar, las veces que prefiero contestar una llamada en la escalera mientras observo un trozo de cielo recortado por la geometría del edificio de enfrente o simplemente las que yo mismo le hago con la uña, distraídamente, mientras pienso hasta cuándo funcionará, si será la última o vendrán otras.

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