15/3/14

Vivir es ensayar quién quieres ser. Mis hijas ensayan mujeres futuras cuando se disfrazan. Es el juego más necesario en la vida, a veces diría que el único. Alba se pone un vestido de su madre y llama a la puerta de la habitación de su hermana. Se presenta ensayando una voz que no es suya pero que dice su nombre. Mireia entra en la ficción de forma natural y le responde ya metida en ese mundo nuevo que acaban de crear. A medida que crecemos perdemos la capacidad de pensar que somos otros. La personalidad se solidifica y nos codena a arrastrar a ese que de tan cercano provoca asco. Mi disfraz es escribir. Tomo ropa de otros y la customizo a la medida del que no puedo ser o del que un día imaginé pero no me dio tiempo a tocar su hombro. La ropa prestada huele a otras vidas, a carne que tembló junto a otra carne desconocida, a palacios de barro, a estrellas inconsistentes caídas una noche en tejado ajeno, a países que no se encuentran aquí y a los que difícilmente se llega si no es por medio de los caminos que aparecen cuando cerramos los ojos. Escribir es ensayar personas. Abro una puerta y me presento. La voz es mía, pero no dice mi nombre. Sé que esas palabras, cuando nadie las lee, dicen yo.