14/3/14

Un hombre atraviesa el bosque caminando. Antes de continuar conviene aclarar algo: el bosque empieza y termina en la ventana. De lo que exista fuera no me hago cargo, y si lo hiciera mentiría más de lo que voy a mentir a continuación. Un hombre pisa islas de hierba entre la tierra. Ni sé dónde va ni tampoco lo que hace el invierno por la rabia de morir tan pronto. Todo se hace más fácil si pienso en él como en uno más: un ser desquiciado que nada más encontrar su sitio debe abandonarlo para que llegue otro y se siente en su silla. Quizá sea la última vez que vea a ese hombre. Tampoco veré más este día de invierno que se ha pasado la mañana manoseando el cielo como un niño escondido debajo de la mesa de una boda, aburrido y pagándolo con el mantel.