31/3/14

Cafeterías de aeropuerto para hombres
que comen solos. La vida es algo así.

Lo puedes adornar. El amor, ya. Sé que lo harás.
Lo hacemos todos. Dirás que hay niños que te miran,
destellos de alas plateadas en el cielo, himnos
que convocan a tu sangre en familiares patios de armas.

Muy bien. Apuntado queda. Ahora observa
a ese comandante danés que mastica pan.
¿Dirías que es feliz, que su gloria permanecerá
como los atrios de las catedrales que conoces?

Acércate a su cara. Sé valiente. Junta su nariz
con la tuya, comparte sin asco su aire.

No podrías. Nadie puede. Nos reservaron
un cuadrado de sesenta por sesenta, medida olímpica
para todos los deportes de soledad.

Pero tuviste suerte: hoy la megafonía dice cosas
de ti. Frases entrecortadas. Naciste en un río verde.
Había animales. No sé qué de cordialidad. Estabas desnudo.
Otros cuerpos. Cuadros del Renacimiento. ¿Qué pasó?

Cafeterías de aeropuerto para hombres
que lloran solos. Sus lágrimas tan espesas
acaban borrando el acrónimo de las ciudades a las que van.