3/2/14

Hoy me siento como si alguien me hubiese encargado reescribir Anna Karenina utilizando emoticonos. No es engañado ni abrumado ni perplejo. Creo que es más como cuando sabes que algo no va a salir bien antes de empezar a hacerlo y aun así lo haces, a pesar del idiota que coge aire a tu lado y se frota las manos como calentamiento antes de saltar al vacío. La única explicación que se me ocurre es todavía más idiota que él: uno le acaba cogiendo cariño a sus desgracias.