29/12/13

Tenía veintiocho años y estaba a punto de irme a vivir a Barcelona. No sé quién me hizo la foto. Lo que puedo asegurar es que me la hicieron en una agencia de publicidad que estaba en el barrio de Salamanca. Era un piso muy grande con el pasillo en curva. Uno de los dueños era muy bajito y tenía el despacho en el salón. Cuando le veía sentado en aquel espacio tan enorme me entraba la risa, como si fuese un personaje de Alicia en un pasaje en el que un mago hubiese alterado las proporciones. Yo era copy y tenía un Macintosh Classic que tardaba siglos en arrancar. Cuando al fin se iluminaba la pantalla parecía que estuvieses escribiendo anuncios en un cajero automático. Fui razonablemente feliz allí. Mi despacho tenía un pequeño balcón que daba a un patio. Allí me enamoré de una directora de arte con la que tuve una relación extraña, corta y destructiva. Visto ahora te puedo asegurar que todo fue muy ridículo, pero, ¿qué no lo es pasado tanto tiempo?