20/12/13

Necesitamos nuevos libros sagrados que hablen de los que duermen por la mañana en los trenes con la cara pegada al cristal. Todo el cobre de los antiguos textos debe refundirse en escenas honestas que no pidan pan. El pan del que hablo (para los que acaban de levantar tanto las cejas) somos nosotros: carne, tiempo, dudas, extinción.