21/11/13

Poetizas por miedo a que se acabe todo de pronto y la página esté vacía. ¿Es esta la redacción de tu vida? Comí espaguetis con salsa, te conocí, viví aquí y luego en otro sitio, tuve dos hijas y esta casa. Cuando ibas a discotecas te entristecía que a las cinco de la mañana sonara New York, New York cuando se encendían las luces. Era la señal para los últimos disparos. Borrachos que quemaban sus naves por un beso de la chica de las medias rotas. Y Sinatra cantando estupideces de una ciudad en la que no habías estado. I want to wake up in a city that doesn't sleep, decía. Quizá sea el sueño de todos: despertar en una ciudad que no duerme, aunque no sabes si se refería a Nueva York o a otra, una blanca, hecha de bloques de hielo por los que viajas confundido, una ciudad fronteriza de la muerte con tiendas en las que entras y un oriental sonriente te ofrece un recuento rápido de tu vida. Bolas luminosas de color ámbar que van cayendo como una lotería comprimida de tu existencia. Allí, de pie, sientes el peso de la pérdida, lo que pudiste agarrar y no agarraste, los pasos sin dar, el vacío, el ridículo silencio que creías mágico y sólo era silencio, aviones boca arriba en un hangar lleno de ratas que cantan himnos, ausencia, un gas extraño que se irá con otros porque en sus partículas nunca hubo sitio para ti.