25/11/13

Ayer tomamos café con Diego y Melisa. Diego es amigo de mi mujer y ahora también lo es mío. No pasó de golpe, aunque a veces hay amistades que funcionan de esa forma. La velocidad es algo que no decide nadie. Fui a su primera boda. Otro día recuerdo ir por la Diagonal en un Jeep Cherokee azul con él. Las luces de las farolas pasaban como en un videoclip caro vistas desde el asiento de atrás. Era de noche. ¿Dónde se meten las cosas que uno recuerda así? ¿Hay aparcamientos, pensiones, almacenes o escondites que las alberguen y las aparten de nuestras ganas tontas de volver a vivirlas? Melisa tiene la piel muy blanca y los ojos claros. Caminamos por Arenal, después llegamos a Sol con su horrible árbol navideño, luego subimos por Preciados muy despacio. Hacía frío. Nos metimos en la Fnac. Mireia quería ver teles en 3D. Le gusta ponerse las gafas y hacer que toca las cosas. He tocado un tiburón. Alguien me ha tirado una pelota. Pero no había ninguna conectada. Dentro de la tienda hacía todo lo contrario que en la calle. Creo que el consumo acaba siendo todo lo contrario de la realidad: por eso las tiendas siguen llenas. Salimos y seguimos caminando un rato. Las niñas tienen frío. Encantado, Melisa. Nos vemos en Barcelona por Navidad. Un abrazo, Diego. Cuídate. Me gustó mucho tu chaqueta, que perseguiste por media Europa y luego encontraste un día en una página de Internet por casualidad.