31/10/13

Recibo mensajes de un intruso. Mira la luz entre los árboles, eso fue lo que escuché. Después no recuerdo bien lo que ocurrió pero lo siguiente es estar sentado en el último banco de una iglesia pequeña de esa calle. En lo que parecía una roca horadada tras el altar, una Virgen se resguardaba en silencio de la lluvia. Empecé a tararear Rainning in my heart. Me dieron ganas de silbar. Ganas de que las doce personas que asistíamos a la ceremonia hubiésemos coreografiado el momento: apartar los bancos, incendiar el olor a cera rellena de polvo, venga, paraguas girando a la vez, podemos hacerlo, sonrisas, farolas de cartón, nadie nos vigila, un policía antiguo haciendo girar su porra como una mojorette con tripa. La Virgen hubiese sonreído desde su hieratismo policromado e incluso hubiese bajado de su roca para bailar con todos y contemplar la luz que se enredaba entre los árboles.