31/10/13

Noviembre es un túnel. Ese día agarré muy fuerte la mano de mi padre. Olía a tren. La contemplación de aquella boca oscura me marcó todas las páginas siguientes. ¿Mirón de su propia cobardía? ¡Presente! Construyo gradas por la noche para el desfile. Los monstruos rondan dentro. Oigo sus ruidos y por ellos puedo imaginar su estructura y hasta los cartílagos que utilizan para sus funciones chinescas. Cuántos submundos visito a diario: pongo los sellos, hago las fotos, cubro las caras de sus muertos, redacto al azar esquelas que una vez en el aire se convierten en vidrios de colores con que engañar a los nativos. Soy la incalculable carga que me echo encima: una jarra tonta de te que va contando cómo perdió el asa en combate. En algún folleto comercial leí que el dolor era un deporte. Salto de ratas por aros ardiendo. Pianos con agua estancada. Mercurio que le canta nanas al centro de la Tierra. Tiendo una cuerda hacia lo alto del pasado. Espero. Las montañas dormidas sólo saben lo básico de mí.