26/10/13

Debería tener unas botas para caminar por el fango de la materia gris y ser lo suficientemente flexible como para adentrarse en todos los vericuetos que allí encontrara: la médula espinal y sus regiones laterales que al alejarte tienen forma de mariposa. Y después sentarse en lo alto y apuntar pacientemente en un cuaderno la métrica de la marea de neuronas. Sería recomendable que supiera navegar por la sangre, ser un azteca de grabado en una canoa hecha por él mismo, y también caer por los toboganes del adn arreglándolo todo, reprogramando, alisando, enderezando, limando y quitando lo que no funciona como el que cambia una bombilla en medio de una fiesta. Hablo de un tipo serio que tenga un montón de trajes oscuros y que los sepa combinar con camisas claras y corbatas que fomenten el optimismo. No hablo de un coacher al uso, con una presentación gesticulada y tan predecible que den ganas de llorar. Hablo de un experto en renacimientos que elevase tu YO sobre una de esas mega estructuras que salen en los canales temáticos: obras en China, oleoductos dorados, túneles que atraviesan Los Alpes de noche con la convicción de un gusano atravesando la carne húmeda de una manzana.