6/6/13

Esta mañana casi me pegan por opinar de Lorca en facebook. La gente es muy talibana con sus mitos y no te pasan ni una. Venía a decir que el poeta granadino estaba muy sobrevalorado y que el hecho de ser homosexual y haber sido fusilado en la Guerra Civil ayudó mucho a su encumbramiento. No sé a dónde hubiese llegado si además hubiese sido judío y negro: seguramente le habrían concedido el Nobel post mortem. Pago mis impuestos, participo cada cuatro años de la vida democrática, no tengo antecedentes penales y me considero un buen padre, ¿por qué no puedo opinar libremente de Federico García Lorca o de quien quiera? Se me ocurrió decir que había otros poetas del 27 que le superaban en calidad (Cernuda, sin ir más lejos) y casi se me echa al cuello una señora. No sé si sería familiar suyo o es que trabajaba en algún oscuro departamento cultural de la Junta de Andalucía, lo cierto es que casi tuve que pedir perdón por la ofensa. A pesar de todo sigo pensando lo mismo: no puedo con Lorca ni con su folclorismo surrealista andaluz. Si me hablas de su teatro opino lo mismo. La Casa de Bernarda Alba me parece un culebrón rural que no hay por dónde cogerlo. Para eso prefiero un culebrón de Almodóvar, que por lo menos te ríes. Supongo que Lorca ha sido una bandera para infinidad de departamentos de filología, plataformas homosexuales, movimientos políticos, manifestaciones, congresos, debates, coloquios, casas municipales de poesía y demás saraos desde la Transición. Alberti se encargó de avivar sus llamas y le colocó en un pedestal, junto con otros poetas y políticos que pasearon en romería sus exequias. Respeto a los que se ponen en trance leyendo el Romancero Gitano, como si alcanzan su éxtasis repasando las Páginas Amarillas, me es indiferente. Lo único que les pido a cambio es que también me respeten a mí.