27/10/12

Hoy ha muerto la madre de uno de mis mejores amigos. Si miro hacia atrás, que es casi la única forma de mirar, veo a mi amigo llegando a casa al amanecer de un día de 1993. Habíamos estado juntos. Creo que le acerqué en moto. Llevaba una gabardina tipo mod que se enganchó con el saliente de una barandilla. Al día siguiente me contó que su madre había visto el desgarrón y que éste había sido la excusa para una insoportable charla. Nunca llegué a conocer a su madre y ahora, cuando pienso en ella, la imagino con la gabardina en la mano e intuyendo que la vida de su hijo podría estar también rota o en peligro. Nunca llegué a verla y sólo sé de ella lo que ocasionalmente me contaba mi amigo. La muerte es el hecho más simple y a la vez el más extraño. Parece que todo desaparezca en el tiempo que tardas en leer un mensaje en el móvil. Un viernes. Una mañana. Alguien que ya no está pero que seguirá estando cuando la memoria saque su desvaído expediente y te lo tienda en la mano para que el mecanismo dentado del recuerdo continúe a lo suyo dejando claro que todo forma parte de todo hasta mucho más allá de donde podemos comprender.