28/8/12

Paseo contigo. Los mercaderes te ofrecen cosas con sus sonrisas tensadas a fuerza de rabia y laberintos. Uno te coloca unos cascos de skater en la cabeza. Has crecido. Tu mano ocupa más espacio dentro de la mía. Caminamos. La tarde nos quema los pies. En un Starbucks pides una galleta gigante y agua. Yo un zumo que no quería tomar. Miramos por la ventana: personas que también caminan aunque no se
llamen tú y yo. Miramos a los otros como el que observa las tripas de un piano aguantando la respiración. Después nos paramos a ver a los que bailaban en Ópera. Luego nos metimos en el metro. La tierra nos comió dulcemente en su sarcófago y aparecimos cerca de casa cuando el sol mostraba en las manos extendidas sus ejércitos debilitados: Darío y Héctor convertidos en cera derretida. Compramos pan en el chino y nos quedamos con ganas de relatarle nuestras aventuras. Mi nombre es Marco Polo y vengo de un mundo que entra en combustión tras mis pasos. Esta es mi hija. Ninguna huella dejaremos. Nadie nos encontrará cuando mire hacia atrás en el tiempo. Cogemos la barra. La moneda baila un instante en el mostrador y después se queda quieta asistiendo a nuestra partida.

No hay comentarios :