22/4/12
Supongo que se escribe para asumir. La asunción de los hechos es el bálsamo, la isla mítica en la que pensamos que ya nada dolerá. Por eso el empeño, la cabezonería de trasladarse a una tarde olvidada como el que regresa a una sala de cine vacía para recuperar la funda de unas gafas. Puede que ya no esté allí lo perdido o, peor, que nunca estuviera y solo fuera una invención, un pasatiempo de la m...emoria que se balancea perezosa en lo alto mientras sonríe condescendiente. El cuarto de baño alargado de la casa de un amigo del colegio que te invitó a un cumpleaños, el andén de una estación al sur de Francia, el pasillo de la casa de tus abuelos, la luz de los probadores de una tienda y tú con un pantalón que te entristecía tener que llevar a la fuerza, un órgano de dos teclados junto al altar de una capilla, la pista nevada de un aeropuerto, una ostra podrida, una lagartija abrasada junto a un contenedor en verano, nubes verticales vistas desde un apartamento de playa y después un rayo a lo lejos y tu miedo brillando frente a su grandeza, la cara de alguien a quien no puedes poner nombre, cosas que te pasaron en muchos libros mientras tu cabeza estaba a otra cosa. Cuando crees que todo eso se ha convertido en palabras y al hacerlo se detendrá y te permitirá sacar por fin una fotografía panorámica vuelves a sentir que se escapa y que la siguiente vez estará en otro sitio, conteniendo la respiración y la risa para que no descubras que está jugando contigo.
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