13/2/10

A las cinco es la fiesta de Alba. Tuve algunos problemas para colgar la bola de espejos. Al final pude engancharla de una de las salidas del aire acondicionado. Subido a la escalera podía ver las nubes corriendo por su cielo de febrero, esa pista de bolos para principiantes en la que les gusta probar su destreza. Mireia giraba dentro de una rueda hinchable de plástico a lo largo de toda la sala multiusos de la urbanización. Si Mireia fuera una nube seguro que iría dando vueltas, distanciada de la manada, haciendo que los curiosos hicieran visera con su mano para verla pasar. Si yo fuera una nube me gustaría comportarme igual.
He grabado dos cd's con cosas de Hannah Montana, La oreja de Van Gogh, HSM, Mecano, Camp Rock y esa canción de Alejandro Sanz que solemos cantar juntos: Amiga mía. Con una canción así te compras tu primera mansión en Miami, estoy seguro.
Al lado de la bola de espejos he colgado varias estrellas de cola en espiral. La salida del aire acondicionado hace que oscilen y emitan guiños de luz fría por toda la sala, imagino que será la misma luz natural de un planeta que nunca veré. ¿Cómo eran mis fiestas de cumpleaños? Creo que nadie colgaba tantas cosas del techo como hacemos Nuria y yo. Eran otros tiempos, me dice una voz que sale de dentro de la bola; cierto, le respondo haciendo equilibrios en lo alto de la escalera. Quedan dos horas para que vengan las amigas. Cuando estén todas subirá la temperatura. Las mejillas se encenderán. Los sandwiches de nocilla envejecerán en el plato como esas damas inglesas a las que nadie sacaba a bailar. Dentro de la sala todo funcionará como en una placenta alquilada. Fuera, el frío irá metiendo piedras en los bolsillos para cuando salgamos. Se pondrá frente a nosotros y comenzará a brearnos. Habrá que correr a casa y no tenérselo en cuenta. Dentro de veinte años todo esto será una hoja seca a la entrada de un bosque de neuronas. Mis ojos contemplan ese bosque cuando los párpados les arropan de noche y les empujan al sueño. A veces creo que ya he contado lo que estoy viviendo o que en breve lo contaré. Desde lo alto de la escalera veo una casa al fondo de ese bosque. La ventana del piso de arriba está encendida. Dentro veo siluetas de niños que juegan con un globo. Fuera hay un gran oso blanco encaramado a la puerta, arañándola con sus garras, deseando entrar.

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