1/12/09


¿Por qué está enfadada la hamburguesa, papá? No lo sé, Mireia, a lo mejor está enfadada porque nadie se la quiere comer o porque no quiere que nadie se la coma; no lo sabemos. Pregúntaselo, dice Mireia, pregúntaselo, papá. Y yo me acercaba al anuncio de la hamburguesa enfadada y se lo preguntaba. Mireia se quedaba muy seria mirándome, esperaba una respuesta, un milagro, que la foto de la hamburguesa nos sacase de dudas, que de repente le creciesen manos y comenzase a agitarlas para que nos fuésemos. ¿Por qué se puede enfadar una hamburguesa? Me lo llevo preguntando desde que este verano en S’agaró nos encontrásemos cada día con el anuncio de la hamburguesa enfadada camino a la playa. Nada más salir de casa Mireia salía corriendo a ver si la hamburguesa seguía enfadada y se quedaba un buen rato delante de la marquesina para ver si pasaba algo; hubiera estado bien que la hamburguesa nos dijese algo, bastaba con un leve movimiento de su hoja de lechuga o que la capa de ketchup hubiese brillado de repente como en esas películas antiguas en las que el ojo del malo de pronto emitía un destello para que no hubiese dudas sobre su maldad. Pero la hamburguesa permanecía estática y silenciosa imitando quizá los enfados humanos, tan herméticos e indescifrables. Cuando nos enfadamos actuamos como las hamburguesas, no decimos nada y son los otros los que tienen que indagar y examinar atentamente las causas de tal estado. En ese momento nos preguntamos, ¿qué habré hecho, qué habré dicho para que me ponga esa cara?
Mireia se asomaba a la terraza nada más despertarse para ver si la hamburguesa seguía enfadada; se ponía de puntillas en la terraza e intentaba que su vista alcanzara la marquesina, como no lo conseguía venía a mi lado y me preguntaba si la hamburguesa seguía enfadada. Yo le decía que sí, que mucho, que hoy era el día en que más enfadada estaba y Mireia se ponía contenta de que un bocadillo redondo con un filete de carne picada pudiese estar de tan mal humor.
Hoy es el primer día que pongo una foto en este blog pero es que sentía que tenía que ponerla, es una foto tomada de noche, en verano, muy cerca del mar. Ni que decir tiene que no me gustaría que mi hija pequeña dejase de ser pequeña y que siempre reaccionase de esa forma ante las cosas de la vida. Es un milagro. Todo es un milagro. A veces me dan escalofríos de repente cuando pienso en todo esto. Creo que escribo para intentar explicarme lo que es inexplicable, un gesto de vanidad que me mantiene vivo o alerta o preparado para las contingencias mágicas de la existencia. Aquí está la foto y aquí os dejo esta historia de la hamburguesa que decidió enfadarse un verano y todavía no sabemos por qué.

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