3/12/09

Esto es una carta a mis lectores y las cartas antiguas empezaban así: Madrid, jueves 3 de diciembre, en el año de Nuestro Señor de 2009. Queridos lectores, dos puntos, me conmueve saber que haya gente que lea lo que escribo, que detrás de mi determinación infantil de darle forma a los días que me pasan por delante y por encima, haya ojos que van recorriendo esas palabras con ánimo curioso de mercadillo y que esos ojos encuentren además motivos para repetir al día siguiente, para volver al puesto y curiosear ese ventilador que no funciona pero que tiene una historia dentro. Sabréis ya que tengo dos hijas, que me gusta el café americano, que viajo mucho en metro y que tiendo a la nostalgia como los lobos tienden a la soledad. Esta es una forma de conocerse como otra cualquiera. El ejercicio de desnudarme por dentro cada mañana me reporta una disciplina moral muy necesaria, así mi vanidad se va arrinconando cada vez más y mis otras cosas se ríen de ella y de las tonterías que dice. Escribir es una gimnasia de las costumbres, de los miedos y de las sorpresas que cada día salen a escena y que, de otra forma, sufrirían de invisibilidad.
Queridos lectores, me emociona leer vuestros comentarios y cuando decís en facebook que os gusta lo que habéis leído. Esta es una carrera de fondo, una prueba de resistencia patrocinada por mi intuición que todo lo pinta de colores y que me tira de la mano como los niños para que vea lo que me está contando. Hay una señora que dice que me lee todos los días desde Méjico y que imprime las hojas y que quiere encuadernarlas y cuando me lo dice me alegro de que alguien hace mucho tiempo inventara las palabras porque son un buen regalo en medio de todo esto, quizá el único que he sabido valorar desde que llevo en este mundo.
Hoy además cumplo años y quizá por eso me han dado ganas de escribir esta carta para agradecer a las sombras que me siguen y para pedirles que lo sigan haciendo, que las puedo sentir cuando voy por la calle camino de mi trabajo y en mi cabeza ya se empieza a escribir el día del mundo que toca.
En las cartas de antes uno se despedía deseando que el destinatario gozase de buena salud al recibo de la presente y yo hoy quiero ser más antiguo todavía y desearos a todos que además de salud gocéis de una vida llena de maravillosas contradicciones, de saltos, de sorpresas, de enseñanzas, de cambios y estremecimientos, y que si os sirve alguna miga de pan que voy dejando por el camino la cojáis sin dudarlo porque están para eso, nunca me enfadaría por algo así, además no me hacen falta porque, entre nosotros, no entra en mis planes regresar al lugar de donde partí. Un afectuoso saludo. Luis Acebes.

No hay comentarios :