25/10/09

Yo creé el mundo y al hombre, y el hombre creó las cosas y las elevó a una categoría espiritual, las convirtió en deseo, en aspiración, en verdad, en belleza, en todo lo que echaban a faltar dentro de ellos mismos. Entonces las cosas –los objetos- comenzaron a competir conmigo. El mundo se ha llenado de dioses que me suplantan, ridículas divinidades que ensucian mi creación; suena pomposo pero es así, mi creación, lo que tomó cuerpo a partir de una idea. Estaba solo y tuve una idea, ¿acaso no hubieras hecho lo mismo tú? Y no pienses mal, no es que quiera acabar con todas las cosas del mundo, sólo pretendo aprender, perfeccionarme, saber cómo debo ser para ser más querido. Ya sé, pensarás que Dios es infalible y que en mí no cabe la imperfección, todo eso te lo enseñaron de pequeño en el colegio al que fuiste, quizá con excesivo hierro y severidad y alimentaron en ti el temor y la distancia, pero no es así, no soy así. La imperfección es la base de la existencia y con ella tuve que convivir a la hora de crearlo todo. Te hablaría de mis noches en vela, de las pruebas, de la vaca con cabeza de antílope, de los puñetazos que di en mi mesa, de la desesperación; era la primera vez que alguien hacía algo así y fíjate el resultado. Ahora lo que me gustaría es volver a ocupar el lugar que una vez ocupé en el alma de los hombres. Quiero ser como las cosas en las que me ven. Me hablabas antes de un cubo azul y de un día que nevaba, dijiste que tu madre abrió una ventana y sacó el cubo para que supieras cómo era la nieve; me dijiste que la tocaste y que se deshizo entre tus dedos. A eso es a lo que quiero llegar. Las cosas son las que cuentan. Quién sabe la cantidad de cubos azules que hay en el mundo y en la memoria de los hombres. Ayúdame a encontrarlos, hagamos una lista de las cosas en las que la gente me ve. No, no pongas esa cara, esto no tiene que ver con la vanidad, ¿para qué iba yo a necesitarla? Aquí no cuenta, aquí el tiempo es azul y tan desconsiderado que no avanza, un tiempo sin pies, una pesadilla de la que soy rehén. A veces, por la noche, cuando me siento en el sillón y miro para abajo me desconcierta pensar en la distancia. Os veo más pequeños que hormigas, veo vuestras ciudades, el humo que levantáis para nada, vuestra desolación. Las hormigas trabajan juntas, ¿pero vosotros? Por eso creo que conocer las cosas que me representan puede abrir un nuevo camino. Hay que volver a soñarlo todo, como decís vosotros. Quizá me equivoqué en algunas cosas. Quizá la perfección sea ese pájaro que nunca se posa en ningún árbol.
Ahora me gustaría descansar un rato. Hablar contigo me ha dejado sin fuerzas. Ve y piensa en todo lo que te he dicho y si me quieres ayudar estaré aquí, ya sabes. Ve e imagínalo todo de nuevo, piensa en aquel cubo azul y en lo que supuso para ti. Ayúdame a rebañar tristezas, fabricaremos juntos una cuchara que quepa en el corazón de los hombres y haremos que todo vuelva a ser como al principio.

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