6/9/09

Llevo tiempo pensando que camino por una superficie de acero pulido; en realidad se trata de un plano inclinado, ya que al caminar me desplazo hacia abajo; es como una acera gigante que no sé dónde o cuándo acabará. Al salir de casa comienzo a resbalar, el resto de las personas parecen no advertir nada y caminan con naturalidad; sé que tampoco afecta a los perros pero no sé mucho más. Con los días parece que la inclinación se acentúa y da lo mismo el calzado que lleve o la consistencia de sus suelas: resbalo sin remedio. Hay veces que no puedo coger el tren y lo que trato es de llegar al punto de destino utilizando trucos como carambolas o extrañas paredes que me veo obligado a forzar. Cada día el acero es más brillante, cada día su tacto se asemeja más a un espejo o a la puerta de un frigorífico recién estrenado. Si llego al invierno me gustará aprovechar esta situación para aprender a patinar; Dios sabe si acabaré dominando este arte y ya nada más tendré que hacer sino exhibiciones o concursos en cualquier recóndito lugar del mundo. Patinaje sobre acero pulido; participante, Luis Acebes; país, España. ¿Darán medallas a los resbaladores imaginarios?
El otro día tuve un sueño; soñé que la superficie por la que resbalaba no era infinita, que había un fin del mundo, una teoría que desmiente la esfericidad. Soñé que llegaba al límite y que no me detenía, que caía a un abismo que se parecía mucho a una caja de latón en la que mi abuela guardaba sus cosas de coser, era como su caja pero en tamaño gigante. Al caer lancé un grito que acabó con mi garganta, un grito que rebotó en las paredes metálicas de la caja y que sólo se amortiguó al llegar al fondo junto a un enorme carrete de hilo gris plata. ¿La caja era la muerte? ¿Por qué la caja de coser de mi abuela? Al despertar del sueño no pude encajar las piezas, tampoco le di mucha importancia, era verano y en verano suceden cosas así. Lo cierto es que sigo resbalando, me inclino, la gente me observa, los árboles fluctúan su eje para no denotar el cambio pero sé que el horizonte ha cambiado su inclinación para decirme algo.

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