29/6/09


No sé si un blog es el mejor sitio para decir a alguien que le quieres y que no sabes ya cómo imaginar tu vida sin esa persona. Creo que esto es como pegar un papel a una ventana: estás expuesto a que un vecino curioso pruebe sus prismáticos nuevos y descifre tus intimidades. A pesar de todo me arriesgo y que sean muchos los curiosos, así sabrán lo que siento y he sentido siempre por ti.
Es difícil hablar de amor a partir de los cuarenta años; parece como si las canciones de amor estuvieran restringidas a esa edad en la que comercialmente eres interesante para las grandes marcas. A los cuarenta años se te suponen otras preocupaciones, otros ámbitos en los que centrar tu pensamiento. Recuerdo el día en que te conocí, el vestido que llevabas (blanco) y tu sonrisa. Estábamos en una agencia de la parte alta de Barcelona; yo era ese chico que se escondía detrás de una cara seria, una armadura que no funcionó contigo. Han pasado más de diez años y tantas cosas que no cabrían en este blog. Han pasado dos niñas, varias casas, despidos tuyos y míos, cuentas corrientes que crecían y que menguaban, documentos que hemos firmado en robustas mesas de notarios. Hemos viajado en aviones, hemos sobrevolado París al amanecer y tu cabeza reposaba en mi hombro y olías tan bien que no me hizo falta pisar París para convencerme que el amor es un dibujo arrebatado que la eternidad hace delante de nuestras narices y lo podemos ver o no pero no suele repetirse mucho. Hemos estado callados después de la cena y no ha pasado nada; también nos hemos reído, mucho, muchísimo, la risa ha sido la gasolina de todo esto.
Estos días sin ti me han hecho recordar lo mucho que te quiero. No me avergüenza ponerlo aquí, quiero ponerlo aquí para que conste, para todos los vecinos que se asomen y miren con expresión divertida la caligrafía de nuestra intimidad. El mundo es un lugar extraño, lleno de piedras y cristales rotos; hay hambre y aburrimiento; hay escaleras que no llevan a ningún sitio, hay pesadillas y acidez de estómago de la que nadie habla en sus canciones de amor. Pero en el mundo estás tú y me alegro de estar a tu lado para lo que ha venido y lo que tenga que llegar. Nadie sabe nada. Nadie conoce cuál será la próxima estación de su vida y pienso que es mejor así. Ahora estás en la playa y tengo ganas de que llegue el viernes para verte. Quizá nunca te diga que escribí esto para ti (o para mí) y tal vez un día te lo encuentres y pienses que hubo un 29 de junio en el que tuve que abrir la boca y decir todo lo que sentía por ti.



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