30/6/09

Mi abuela decía que Dios usa poleas: ahora lo entiendo todo, lo de estar arriba y después abajo, lo de los chirridos a media noche, el vértigo, los gritos ahogados al final de un pasillo. Dios es un maquinista, un funcionario a punto de jubilarse cuya distracción es ver pasar los días y deslizar los callos de las manos por las cuerdas, eso le debe reconfortar. Creo que, al final, todos somos esclavos de nuestro oficio; el suyo es mirar hacia arriba y hacia abajo y ver cómo se mueven sus marionetas.
Seguro que este pensamiento de las poleas y del Dios operario le fue revelado a mi abuela de pequeña, una mañana bajo el limonero de la casa junto al taller de carruajes de su padre. Mi abuela-niña miraría al suelo examinando la puntera de sus zapatos o buscando hormigas que sacrificar.
Un día Dios dejó escapar una cuerda (un descuido) y mi abuela abandonó la vida, dejó de respirar y se fue con rumbo desconocido. ¿Qué sujetan ahora tus manos, gran dios?

No hay comentarios :