23/2/09

Cómo se parecen unos días a los otros y cómo van llegando los mails que no quiero mientras los otros se quedan escondidos a mitad de camino, tumbados a la sombra electrónica de un árbol del que crece la fruta de la indecisión. Cómo avanzan las horas apoyadas en sus muletas y al desplazarse hacen ese ruido infantil que asusta tanto, traqueteo de espasmos que añoran sus propios óxidos y las voces que desde lo antiguo no cesan de llamar. La luz de un mes que se acaba se va posando sobre todo, incluso en el parque ya muestra la corona de su primera muela del juicio la primavera, atestada de formularios incompletos y cartas de fans que le piden imposibles. Qué lejos queda el canto del invierno, su violín sucio que bajo las mantas armoniza las tinieblas y mezcla en vasos largos la angustia con sus gotitas de limón. 

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