30/10/08

Hoy el viento ha repartido cuchillas de afeitar gratis por la calle. Las oficinas de correos han puesto algodón en sus ventanas y hasta la furgoneta que reparte el pan ha soñado esta noche que unas uñas arañaban su carrocería con descaro. Las banderitas de papel de la tienda de piscinas crujen como chicharras que envidiaran desde lejos el verano. Algo en los parques sufre también la embestida, una premonición que zarandea los balancines y las cadenas de los columpios como en una ciudad fantasma.
Dicen que todo esto se debe a las corrientes polares. Allá arriba, donde el planeta es todo horizonte, está la fábrica central del viento; debe ser un edificio azul en medio del hielo, rodeado de antorchas, una extensa plataforma con hélices de un diámetro imposible de comprender. 
En días así es mejor alejarse de las puertas y buscar una butaca que nos haya visto crecer. Nos sentaremos y pondremos las palmas de las manos alineadas sobre las rodillas. Encenderemos la radio y la avivaremos de vez en cuando con un palo para que prenda bien. Quien tenga perro que lo ate. Quien sea amante de interiorizar que disfrute: días como estos no hay muchos en el año.

No hay comentarios :