12/10/08

Herbie Hancock despega en su cohete de teclas blancas y negras. El hombre-sandía le despide agitando lentamente la mano. Los vagabundos se amontonan haciendo un círculo en torno al cilindro que pronto cambiará de atmósfera. Yo tengo los bolsillos vacíos y sólo domino la escala pentatónica, mi guitarra es un animal amaestrado que pide comida y da saltitos; subo y bajo por las notas, salto de cuerda en cuerda como un gimnasta anticuado revisando mis plantaciones de tristeza. La soledad y yo compartimos mecedora. Escuchamos a Herbie y masticamos el polvo que levanta su cohete antes de abandonar la piel del planeta. En los altavoces del cielo suena "takin' off". Buen viaje, Hancock.

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