19/9/08

Mensaje urgente para el mundo: estoy aquí, debajo de esta lámpara de 60 vatios, pulsando teclas blancas en un baile para idiotas. Lo demás está fuera, perfectamente etiquetado, esperando al camión que transporta la realidad a diario. Que el mundo esconda sus dinosaurios de plástico con los que pretende asustarme mientras duermo, que me dejen en paz. Llevo mi nuevo desodorante con repelente de sorpresas: mi piel y yo ya no estamos para nada. Que cambien los televisores por teatros de guiñol y que hasta el hombre del tiempo lleve una porra de plástico en la mano. Bendita sea esta calma, estas sobras de sol que quedan en el plato, esta música lejana que se arrastra por el pasillo como un cachorro de lobo que busca trozos de mi muerte. Los dedos siguen bailando, son huesos forrados de capas de piel gobernados por cuerdecitas, como un piano. Son pájaros bromistas que anuncian a cada minuto una falsa primavera. Bailad, malditos dedos, cabrones, haced vuestro trabajo.

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