10/9/08

Es malo leer a Richard Ford, te sientes pequeño, imbécil, incapacitado para otra cosa que no sea redactar absurdos textos comerciales. Cuentan que de pequeño sufrió dislexia, lo que le obligaba a leer muy despacio y lo que hizo (también) que aprendiera a pensar despacio. Se nota. Sus historias son cuadros gigantes, cuadros de un hiperrrealismo devastador, sincero, donde hasta una coma parece tener su propia historia. Es malo leer a Ford y pensar que algún día tendrás la nitidez moral de enfrentarte así con el mundo, con las cosas, con las bombillas de 40w. que cuelgan de los servicios de las gasolineras del Medio Oeste, con la tranquila desesperación de un hombre que sabe que el cáncer le va a arrancar de la vida, con lo que transportamos en nuestro interior en embalajes húmedos y mal precintados. Con eso. 

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