10/5/15

Todo se reduce a buscar una sombra. Salgo de la biblioteca con un libro. Génesis, de Félix de Azúa. Recordaba con cariño la época en que leí Mansura y las andanzas de esos caballeros cruzados entre los que había uno con voz tan melodiosa que parecía que se iba a poner a cantar. Qué poco dura la primavera en esta tierra. Las aves estarán ya asadas y sin ganas de hacer lo del caballero francés. Al entrar en la Estación de Pozuelo me cruzo con una anciana que lleva un collar de perlas diminutas. En una de esas bolitas me gustaría ver mi reflejo a pesar de la imposibilidad, y que esa imagen me contase quién soy, definitivamente, sin equívocos, como esos partes de guerra que escuchaba Virginia Woolf por la radio en los que un locutor anunciaba rotundo el comienzo de la guerra. Pero he de conformarme con la dieta tosca de la realidad: un hombre con un libro volviendo a casa por la sombra.

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