19/5/15

Tenía una Biblia en chino abierta sobre el mostrador. Al pedirle la barra de pan levantó con desgana el dedo del versículo que leía. Cuando se dio la vuelta me quedé mirando el libro abierto y pensando en qué pasaje estaría y si imaginaba un Jesucristo con rasgos asiáticos, igual que yo siempre he imaginado al Cid con el rostro de Charlton Heston. Cualquier cultura se construye a partes iguales de aciertos y prejuicios. Después reconstruí mentalmente los Evangelios a base de personajes chinos. Incluso pensé en legiones romanas chinas conquistando el mundo. Tendemos a creer que la realidad tiene nuestro color y nuestra raza, que nunca existieron otros diferentes a nosotros. La vanidad terapéutica de cualquier traducción, o de cualquier nacionalismo. Torpes pensamientos de teología pop a la salida de un chino.

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