20/10/14

Tan importante es saber escribir una buena novela como saber venderla. Actualmente, lo de buena novela es casi secundario al lado del poder de comunicación, distribución y venta que tenga la editorial. Asisto estos días a la poderosa campaña de relaciones públicas que ha desplegado Alfaguara para el lanzamiento de la última novela de Marías. Por muy dado a la coquetería intelectual y a disfrutar escuchando sus propias palabras, como se intuye en su caso, creo que le debe resultar agotador repetir lo mismo en emisoras de radio, televisiones, entrevistas en periódicos y demás eventos comerciales a los que sin duda se ve obligado a participar. Imagino a Tolstói haciendo lo mismo, repitiendo hasta la saciedad que Ana Karenina empezó siendo un folletín por entregas y que por desacuerdos con su editor no vio la luz en forma de novela hasta años después. Repitiéndolo en trenes, en cafés, en redacciones de periódicos, en parques, en palacios, repitiéndolo mientras bailaba y después volviéndolo a repetir con una copa en la mano para que las damas de sociedad que le hacían corro asintieran embobadas al escritor al que le empezaban a doler tanto los pies que se hubiese descalzado allí mismo ante su estupefacción. Un novelista famoso acaba siendo una marca del sector del ocio y entretenimiento que saca productos al mercado de tanto en tanto. Esos productos, igual que el iphone 6, deben ser convenientemente etiquetados y explicados para que los consumidores sepan lo que están a punto de comprar. Dicen que detrás de un libro debe haber una idea, pero me da que no se refieren a una idea narrativa sino a una idea comercial que lo haga apetecible: el objetivo es lanzar cosas a las que el mayor número de personas quiera aspirar. Sólo cuando se apagan las luces y el mercado empieza a mirar hacia otro lado, el escritor respira tranquilo, aunque con el rabillo del ojo vigile las cifras de ventas que su agente le pasa por Whatsapp.

No hay comentarios :