8/10/14

Delante de la máquina de los sándwiches
pienso: Mi poesía está cambiando.
(A ver, no sale así, nadie
se dirige a sí mismo un comentario,
sería desquiciante, como mucho un: ‘vamos,
tú puedes’ soltado en momentos puntuales.
Pero el poema lo apresura todo, acelera
la intención y la promesa, atenaza tiempo
y lenguaje, como en algunos sueños)
Pero sí, y esperemos que sea para bien
(como se decía
cuando los hombres llevaban sombreros
y se tocaban ligeramente la copa
para saludar a alguien por la calle)

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