8/9/14

Hoy he sido feliz en Ikea, todo lo feliz que debe ser un hombre que camina junto a otros por un bosque de cosas alegres y baratas. Es una lección de humildad y sabiduría ir a Ikea en sábado, la eucaristía de un dios nórdico que con sus manos nórdicas de aire empuja a sus fieles hacia las cajas. Íbamos con velas. Íbamos cantando. Hombres, mujeres y niños por el bosque de las cosas alegres y baratas. Una multitud sin Moisés y sin aguas que separar, todos con nuestros pequeños lápices y nuestras cintas métricas para medirnos el alma unos a otros, para ver si caben en esa cómoda, en ese estante, en la cajita amarilla de la mariposa. La muerte nos espera en el pasillo 26, sector 11, pero que espere, estamos cantando, ¿o es que no lo ve?, nosotros mismos le pondremos después los tornillos a la nave, la ensamblaremos sin dejar de cantar, juntos como evangelistas, juntos como colonos de un nuevo mundo que aún no tiene mapas. Hacia allí vamos.

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