16/10/13

Idas y vueltas. La tarde es un santuario sin velas o la imagen de una Virgen dentro de un microondas girando con la misma santidad que una pechuga de pollo congelada. Los místicos españoles duermen la siesta en los estantes de mi librería, ¿serán lo suficientemente duros para sus sueños? Me quito y me pongo los cascos que compré el otro día en la tienda roja. Una escalera mecánica me llevó a su infierno de precios tachados y señoritas que recorren la superficie comercial sin mirarte y con su acreditación colgando del cuello. Allí también tendrán otros microondas para sus comidas o para la contemplación de sus propias imágenes giratorias. El cielo es un burdel lleno de palabras y trozos de cuadros de cualquier época: Van Dyck, Van Eyck y miniaturistas chinos de la antigüedad. El color azul es el menos democrático. Altivo. Exasperante en su función de bóveda del mundo. El color rojo de la tienda de los cascos resultaba más familiar. Idas y vueltas. La tarde en lo alto de la carpa y yo con unos zapatos prestados sobre el alambre que me separa del vacío escuchando canciones ñoñas de Peter, Paul and Mary. If l had a hammer, a hammer in the morning.