18/8/15

Una vecina hablaba con Nuria en el césped mientras yo intentaba buscar señales en las nubes que pasaban y me dejaba llevar por la idea de que el agua de la piscina recoge los mejores pensamientos de los que se bañan en ella, como si gracias a ciertos productos químicos fuese capaz de arrancarnos de la piel esa parte de la experiencia que se puede elevar a sabiduría. Imaginé una escena en la que un hombre bastante mayor subía por la escalerilla y me invitaba con la mano a que me bañase, y yo le hacía caso y me tiraba con ansia de que lo mejor de su vida pasase a mí. Mientras, la mujer que hablaba con Nuria le decía que las cosas están mejor porque este verano había visto muchas tiendas cerradas y eso le hacía pensar que sus dueños estaban de vacaciones, no como el año pasado y los anteriores. Mientras escuchaba la conversación pensaba que tenía suerte de tenerla cerca haciendo de rompeolas de la realidad. Ella se pone delante de todo lo que no entiendo o me supera o me suprime. Si tuviese que estimar un porcentaje diría que Nuria se encarga del noventa y cinco por ciento de las cosas y me deja gentilmente el resto para que pueda seguir viviendo.

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