27/5/15
El Ibex 35 se levantó cansado después de una noche de no parar de dar vueltas en la cama. Se tomó la pastilla roja de la próstata y la azul de la tensión. Miró por la ventana con el vaso de agua apoyado en el labio. Vio pájaros. Tres segundos después, con las manos enlazadas a la espalda, soltó un gruñido. Pensó que los pájaros no tenían utilidad comercial, sólo volaban. Encendió la radio. Hablaban de Madrid y Barcelona, de dos mujeres que habían ganado no sé qué. Miró hacia la calle. Las personas parecían guisantes recién salidos de una lata. Todo parecía como siempre: el mismo sol, el mismo zumbido trágico del tiempo que es imposible de apagar incluso con el silencio del dinero. Antes de ir a la ducha volvió a mirar a la acera. Juraría que los guisantes esa mañana brillaban un poco más.
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